Museo Thyssen-Bornemisza. Se abre en una nueva ventana
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Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Lleva a la página principal

Paseo del Prado, 8 - 28014 Madrid - España

  Visita Virtual de la primera planta    
 

El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid permite recorrer más de siete siglos de la Historia del Arte y contemplar Obras Maestras de la pintura. La Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, que se expone en las nuevas instalaciones del edificio ocupa 16 salas distribuidas en dos plantas.

Primera planta
 
SALA A

Pintura del siglo XVII

El itinerario señalado arranca con dos salas en las que se exhiben obras de artistas tan destacados como Brueghel el Viejo, Van Dyck o Luca Giordano. En la primera de ellas, dedicada a la pintura italiana, se evidencia la tendencia de la época hacia la pintura “de tema”, que incorpora a la pintura el discurso narrativo cuasi-literario, tan del gusto del barroco. Historias mitológicas o religiosas con vocación formativa y ejemplificante se desarrollan ante los ojos del espectador con el minucioso lenguaje pictórico del manierismo. El retorno de la huida a Egipto, de Romanelli, el Venus y Marte, de Annibale Carraccci o el monumental Juicio de Salomón, de Luca Giordano, con toda la fuerza del tenebrismo caravagiesco que tanto influyó en los grandes artistas de la época, son algunas de las magníficas muestras de la pintura italiana de este periodo que forman parte de la colección.

SALA B

Pintura del siglo XVII

Y en contraste con esta concepción del arte, la segunda de las salas refleja los gustos burgueses de los Países Bajos de la época: los paisajes de la escuela flamenca, con obras que van desde El jardín del Eden, de Brueghel el Viejo, a los bellísimos paisajes de Van der Neer, Van Ruysdael, Van Goyen, o Verhaecht, junto a las escenas de privacidad doméstica de la pintura holandesa, reflejada en obras como Interior con una mujer sentada junto al hogar, de Jacobus Vrel, o el Interior con dos mujeres y un hombre bebiendo y comiendo ostras, de Hooch.\n\nEl espléndido Cristo en la Cruz de Van Dyck es el único cuadro de motivo religioso que se puede admirar en esta sala.

SALA C

Galería de vistas y paisajes

El paseo por esta sala supone una detenida mirada a la evolución del arte paisajístico a través de cuatro siglos de historia; un recorrido en que el visitante del Museo puede admirar desde el Canaletto Porta Portello. Padua, a La esclusa, de Constable, una de las obras maestras de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, La Soledad. Recuerdo de Vigen, Limousín, de Corot, o Molino de agua en Gennep, de Vincent Van Gogh.\n\nEspecial detenimiento merece la serie de vistas urbanas y escenarios públicos, exponente del gusto por los temas arquitéctónicos inseparable del esfuerzo civilizador del Siglo de las Luces, que tuvo su desarrollo en las décadas centrales del siglo XVIII. Lo que se ha llamado vedutismo, o pintura de vistas, tiene una representación de sus mejores maestros en esta sección de la Colección. Desde el Madrid de la obra más antigua de esta serie, la Vista de la Carrera de San Jerónimo y el Paseo del Prado con cortejo de carrozas, atribuido a Jan Van Kessel III, Venecia, Nápoles, Padua o Roma se suceden a través de la paleta de pintores de la talla de Canaletto, Zocchi, Vanvitelli y Guardi.

SALA D

Pintura del siglo XVIII

Pintores italianos y franceses evidencian en esta sala el gusto por la teatralidad y los efectos escenográficos de una época que tiene una de sus tendencias más representativas en el estilo Rococó. Los placeres de lo artístico prevalecen sobre la mera representación de la realidad; la libertad de temas y de ejecución se impone a la disciplina académica; pintura galante, representaciones en clave de farsa o la belleza de una naturaleza inventada, son algunas características de un momento histórico en la que todo el gozo de la vida se hace presente en una pintura hecha para ser disfrutada. \n\nLas cuatro estaciones, de Pierre Antoine Quillard, típica representación de la pintura galante; los agradables y artificiosos colores de los paisajes de Boucher; el encanto y sofisticación de los retratos de Fragonard y Piazzetta, son algunas muestras sobresalientes del capítulo de la historia de la pintura escrito en esta sala.

SALA E
y
SALA F

Pintura norteamericana del siglo XIX

En paralelo al fondo histórico del Museo, que guarda el mejor patrimonio de pintura norteamericana en Europa, la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza ofrece también una rica selección de pintura de autores del XIX norteamericano. Se trata de obras centradas fundamentalmente en el paisaje, cuya interpretación de la naturaleza da respuesta a muy distintas búsquedas, si bien el gusto por un paisajismo de gran efecto escenográfico no interfiere en el respeto por lo natural y el compromiso con la verosimilitud. A los grandes artistas del paisaje norteamericano, como Frederic Edwin Church, Albert Bierstadt, William Louis Sontag, Martin Johnson Heade o Sandford Robinson Gifford, se unen aquí interesantes obras de género, como El matón del vecindario y Una clientela dura, de John George Brown, o los Niños en la playa, de Samuel S. Carr.

SALA G

Naturalismo y el mundo rural

Courbet, Corot y algunos de los mejores representantes de la llamada Escuela de Barbizon, en Francia, y de la Escuela de La Haya, en Holanda, componen este segundo capítulo dedicado al paisaje europeo en la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Con sus cuadros pintados al aire libre y su voluntad naturalista, atenta a la observación de la vegetación, la tierra, la atmósfera y los efectos de la luz, los artistas de Barbizon sentaron las bases de una nueva forma de entender la imitación de la naturaleza, cuya influencia llegaría a toda Europa y tendría uno de sus mejores desarrollos en la Escuela de la Haya. Exponentes de este nuevo modo de mirar el paisaje son las obras de Rousseau, Lhermitte, Boudin, Lepine, Mauve, Weissembruch o Israëls que pueblan esta sala.

SALA H

El primer impresionismo

El recorrido por el importante conjunto impresionista, uno de los más ricos y atractivos de la Colección, empieza en esta sala con obras de la mayor parte de los creadores que participaron en la primera exposición organizada por pintores de este movimiento en el París de 1874, que supondría una renovación completa del horizonte artístico de la época. Degas, Pisarro, Monet, Renoir, Sisley, Guillaumin… transmiten al visitante una concepción del paisaje y la figura, en la que los detalles del dibujo desaparecen para dar paso a la pincelada espontánea y la transmisión de sensaciones cromáticas producidas por los efectos de la luz para lograr una percepción viva e inmediata de la experiencia visual.