![]() |
El campesino entendió que era el momento de contar al príncipe su verdadero origen...
En uno de los viajes, montaron en una barca para cruzar un río. Una anciana que estaba allí, cuidando de su nietecito, que no se podía dormir. Lloraba y lloraba, mientras su abuela lo acunaba entre sus brazos. El príncipe sintió tanta pena por el niño y por la anciana, que le pidió se lo dejara y, tomando al niño en sus brazos, le cantó una nana: "De mi reino de silencio me marché..." Hasta que el niño se quedó totalmente dormido. La viejecita, agradecida, le dijo: "Hijo mío, veo por tus modales que no eres simple saltimbanqui. Aunque soy vieja, aún me quedan poderes de cuando fui maga: Escucha, por haber dormido a mi niño con tu nana, te concedo que el primer deseo que tengas, se cumplirá. Al poco llegaron a una ciudad que estaba en fiestas. Enseguida montaron su pequeño teatrino, y empezaron a anunciar por toda la ciudad su actuación de por la noche. Estando recorriendo la ciudad, vio un precioso cartel que anunciaba una gran corrida de toros para esa tarde. Siguió caminando, y llegó a los campos de olivos, a las afueras del pueblo. En ese momento, decidió sentarse a descansar. Estaba descansando cuando escuchó hablar a dos mujeres: Era una hermosa muchacha con su madre:
|
![]() |
Mapa Web | Aviso Legal | Contacta | Colaboradores | Boletín | Copyright 2005 Thyssen-Bornemisza |